Manuelita Sáenz (1790 - 1859)
De la ternura, la guerra y Manuela
Sáenz
La historia la hacen los pueblos, aunque desde el poder de la opresión y la explotación se quiera negarlo. Así ha sido desde tiempos inmemoriales y así lo seguirá siendo, no porque lo digamos nosotras y nosotros, sino porque el análisis objetivo y científico del devenir histórico de la humanidad así lo ha demostrado.
Y de los pueblos, en su trajinar histórico, han surgido hombres y mujeres que se han destacado, y de cuyas acciones y pensamiento la historiografía oficial ha querido sumirlos y sumirlas en el baúl del olvido. Sobretodo a la mujer: ocultar, tergiversar y negar sus aportes, ha sido una constante.
No pocas son las mujeres, a las cuales la historia sólo ve al lado de un hombre y a eso han querido reducir su papel. Pero los pueblos tenemos memoria histórica de la cual nutren nuestros nuevos combates por la libertad y la independencia. Ese es el caso de Manuelita Sáenz, la amante eterna de las causas libertarias.
Odiada por unos: “Manuela la loca”, “bruja”, “puta”, como la motejaba el santanderismo; Manuelita querida, Manuelita guerrera, para los más, “nuestra coronela” como la llaman ahora en los campos de su patria, supo hacer una dialéctica conjugación de su talante físico y sus habilidades políticas.
Jean Baptiste Boussingault, un francés, la describía como de ojos negros con una mirada indecisa, algo gruesa, alegre pero que conversaba poco y que fundamentalmente “poseía un secreto encanto para hacerse amar”
General Simón José Antonio ("Libertador") Bolívar y Ponte (1783 - 1930)
Intuitiva, perspicaz, decidida y firme estuvo en los momentos decisivos en las luchas de independencia y en la misma defensa del Libertador contra las conspiraciones santanderistas que quisieron acabar con la vida de Simón Bolívar.
No se puede negar que parte importante de su vida fue la relación sentimental que la unió a Bolívar, pero fundamentalmente luchó por lo que era su sueño: la unidad y la independencia de nuestros países. Así lo decía: “mi país es el continente americano. He nacido bajo la línea del Ecuador”. De la ternura, la guerra y Manuela Sáenz
No fue la mujer que se encerró en los claustros de la victoria, o en las cómodas poltronas de Palacio, estuvo con los soldados, en las necesidades de sus mujeres, en una y mil batallas.
Una carta de Sucre al Libertador nos revela sus virtudes en las batallas independentistas:
Ayacucho, 1824. Frente de Batalla. Mariscal Antonio José de Sucre y de Alcalá (1795 - 1830)
“Ayacucho, Frente de Batalla
Diciembre 10 de 1824
A su Excelencia, el Libertador de Colombia
Simón Bolívar
Mi General:
Tengo la satisfacción de participar a S.E. de los combates librados en Ayacucho, que han servido para engrandecer las glorias de las armas colombianas.
Se ha destacado particularmente Doña Manuela Sáenz por su valentía; incorporándose desde el primer momento a la división de Húsares y luego a la de Vencedores, organizando y proporcionando el avituallamiento de las tropas, atendiendo a los soldados heridos, batiéndose a tiro limpio bajo los fuegos enemigos; rescatando a los heridos.
La providencia nos ha favorecido demasiadamente en estos combates. Doña Manuela merece un homenaje en particular por su conducta; por lo que ruego a S.E. le otorgue el Grado de Coronel del Ejército Colombiano.
Mariscal Antonio José de Sucre y de Alcalá (1795 - 1830)
Dios Guarde a su Excelencia,
Antonio José de Sucre”
Y de esa dialéctica del odio y la ternura, supo llenar su vida para entregarse por entera al proyecto bolivariano.
De la mano de Manuelita y con el ideal bolivariano como parte de su guía, las FARC-Ejército del Pueblo abrimos caminos hacia la Nueva Colombia.
Martín Tovar y Tovar (1828-1902). Ayacucho, 1824. Frente de Batalla
Texto preparativo por: elbarcino@laneta.apc.org
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