Caracas. Venezuela. President Hugo Chavez. 
29.06.2002. (AP Photo/Fernando Llano)

Caracas. Venezuela. President Hugo Chavez.
29.06.2002. (AP Photo/Fernando Llano)


La OEA y la Crisis de Abril en Venezuela:

La conspiración contra el gobierno venezolano, cuyo primer episodio ocurrido entre el 10 y 14 de abril pasados, fue organizada, dirigida, orientada y planificada desde afuera. En ello encontramos al Departamento de Estado de los Estados Unidos, a los gobiernos de España, Colombia y a otros que permanecen en la sombra, pero que se la jugaron toda para dar un vuelco definitivo al proceso bolivariano, como paso fundamental para acelerar los propósitos estratégicos de dominación contenidos en el ALCA, antes del 2005.

Venezuela con su inédito proceso de cambios y nuevas formas de encarar la globalización y el neoliberalismo, así sea tímidamente, se ha convertido en la oveja negra latinoamericana y caribeña que encuentra y muestra senderos diversos por donde irrumpen los trabajadores, los desposeídos habitantes de los cerros, los buhoneros, los campesinos, los descamisados y todos aquellos sectores lanzados a la miseria, incluido un buen porcentaje de clase media pauperizada sin piedad por la crisis capitalista.

El gobierno venezolano actual, a los ojos del imperio, es el diablillo travieso que se tira todos los aquelarres organizados, desde Alaska hasta la Patagonia, con los propósitos aviesos de avanzar hacia la nueva colonización del continente. Es el impertinente anti protocolo que en cualquier momento lanza al aire, no importa adelante de quién, las frases más inoportunas para contradecir el fondo y la forma dominante expuesta.

De tanto hablar sobre la democracia participativa en contraposición a la representativa, que sustenta desde sus inicios la Organización de Estados Americanos (OEA), de la soberanía venezolana que se opone a la presencia militar extranjera y al sobrevuelo de aviones militares norteamericanos sobre la cuna de Bolívar, a los dirigentes del organismo internacional se les ponen los pelos de punta, cuando se anuncia la presencia del Presidente Hugo Chávez Frías, pues saben que se enfrentan a serios desplantes en sus propósitos.

Lo anterior explica en parte el papel que juega la OEA frente a la crisis venezolana y que visto al rompe, pareciera ajustarse a la ecuanimidad y a los buenos oficios de los que tanto se ufana. Pero no es así. La posición del organismo internacional se ajusta precisamente a la necesidad de sacar el mejor partido del fracasado golpe de estado y enderezar la conspiración por rumbos más seguros para su éxito. Por ello se abstuvo incluso de calificar lo de Carmona Estanga como lo que realmente fue.

La política УantiterroristaФ aplicada con sentido de clase en favor del imperio, se abstuvo de juzgar a los golpistas que suspendieron la Constitución, la Asamblea Nacional, los gobiernos estaduales y municipales, las entidades nacionales de justicia, fiscalización, control y defensa de los derechos humanos, cambiaron el nombre a la República, asesinaron a tiro limpio decenas de inocentes ciudadanos, detuvieron ministros y diputados, todo bajo el grito de У¡Viva la democracia!" y la cruz gamada como nuevo símbolo del poder.

También callaron frente a la presencia de aviones y barcos de guerra norteamericanos en el cielo y aguas venezolanas, nada hicieron ante la evidente romería de golpistas a Washington, sobre la presencia de militares norteamericanos en Fuerte Tiuna los días del golpe; ni una sola palabra condenatoria contra quienes irrumpieron en la embajada de Cuba causando innumerables destrozos y con orden de violar a las mujeres que allí se encontraran. Actos que a la luz de los postulados teóricos de la OEA deberían ser condenados.


Caracas, Venezuela, 02.05.2002. (AP Photo/Fernando LLano)

Caracas, Venezuela, 02.05.2002. (AP Photo/Fernando LLano)


Conscientes del papel desestabilizador de los principales medios de comunicación los alientan a seguir su tarea con el supuesto de defender la libertad de prensa; saben que la quinta columna dentro de la revolución, rindió sus frutos al debilitar sus fuerzas en la Asamblea Nacional, politizar a favor de la derecha al Tribunal Supremo de Justicia, menoscabar al Consejo Nacional Electoral y fortalecer los arreos de guerra que suenan en los barrios elegantes de Caracas.

Las misiones de la OEA a Venezuela, en estos días, tienen como objetivo aparente resguardar la democracia y ayudar al diálogo entre las partes en conflicto. No es así.

Nada dicen contra el terrorismo económico que ha extraído del país ocho mil millones de dólares en pocos meses; menos de la fuerza desestabilizadora empotrada en Petróleos de Venezuela, (PDVSA) expresada en la presencia de un Estado dentro de otro, donde priman los intereses de las transnacionales y apuntan a la privatización en contra del sano principio nacionalista de proteger los principales recursos del pueblo. Guarda respetuoso silencio frente a la desenfrenada corrupción y la lenidad de la justicia para combatirlo.

Todo lo que contribuya a desacreditar al presidente Hugo Chávez Frías y al gobierno bolivariano, apunta hacia la salida de la crisis, pero en dirección a imponer un régimen que se parezca al que ha imperado en Colombia durante muchos años y que hoy se perfila como adalid del imperio, contra la corriente democrática y popular que comienza a despertar en América Latina y que tienen sus expresiones en la movilización y organización de los pueblos oprimidos del Ecuador, Perú, Bolivia, Argentina.

Sobre todo, y en esa dirección se orientan las actividades desestabilizadoras de la OEA, poner en la picota pública al proceso democrático y popular venezolano, para que no sea paradigma continental de las esperanzas de otros pueblos que se baten contra la miseria y que cobran enorme fuerza porque hasta ahora se ha demostrado en este país, que al combinar las formas de lucha, es posible llegar a cambios sustanciales, incluso empleando los resortes de la democracia burguesa, mediante el voto.

Es la OEA uno de los principales instrumentos políticos, ideológicos y jurídicos para desarrollar el Plan Colombia, y su complemento la Iniciativa Andina, que son, ni más ni menos el empleo de la guerra y la intervención gringa como forma de dominación y unidos a otros como el Plan Puebla Panamá, garantizarían el pleno desarrollo del ALCA.

La revolución bolivariana en Venezuela, el levantamiento en armas del pueblo colombiano, las movilizaciones y los brotes insurreccionales en Perú, Ecuador y el inmenso movimiento popular en Argentina, así como el posible triunfo popular en Brasil, se encuentran unidos por el ideario que inspiró la primera independencia y que hoy, con Bolívar como enseña, avanza raudo hacia la confrontación de clases que dará inicio a la segunda y definitiva independencia de nuestros pueblos.

Frente a esta realidad y a la fuerza de los pueblos y sus luchas, de nada sirven las formas ladinas de la OEA para defender los intereses del imperio, ni su cláusula УdemocráticaФ, ni su acuerdo de lucha contra el terrorismo, mucho menos la exclusión de Cuba.

Texto preparativo por: elbarcino@laneta.apc.org  

Hosted by uCoz