FARC-EP. Foto: Jason P.Howe, 2002

FARC-EP. Foto: Jason P.Howe, 2002.


Las autodefensas:
De unas a otras hay mucho trecho…

Las organizaciones de autodefensa tal como se desarrollan hoy en el país, son una forma de encubrir el paramilitarismo y constituyen una modalidad de terrorismo de Estado, financiadas por el narcotráfico y por ganaderos, latifundistas e industriales, y creadas con el claro propósito de exonerar al ejército de la responsabilidad que a éste le compete en la eliminación física de todos aquellos que se oponen al establecimiento.

En aras de ocultar este propósito y crear confusión entre la opinión pública nacional e internacional, los instigadores de la guerra en Colombia acuñaron para sí el concepto de "autodefensa", desvirtuando los contenidos revolucionarios que, en sus inicios, dieron vida a las organizaciones campesinas que actuaron bajo este nombre e hicieron de ellas instrumentos de muerte contra la población civil inerme.

Ante tal situación, y frente a la equívoca creencia que el fenómeno de las autodefensas constituye, en la actualidad, una forma espontánea de organización de las comunidades campesinas para proteger sus familias y propiedades de los "ataques y abusos de la subversión", conviene recuperar la historia de estas organizaciones.

La autodefensa de masas

La autodefensa tiene sus antecedentes históricos en las luchas agrarias desarrolladas en los años veinte y treinta, por núcleos campesinos que, en algunas regiones del país (vb. gr. Sumapaz y Tequendama) se organizaron para defender sus conquistas, frente a la continuas agresiones de la fuerza pública, que actuaba instigada por los grandes terratenientes.

Durante este período se conformaron organizaciones de autodefensa como: "La Guardia Roja", "El Correo Rojo" y "Las Juntas de Colonos", las mismas que combinaban tres frentes de lucha: el de la defensa contra la agresión, empleando armas si era menester, el de la solidaridad y el de la búsqueda de una solución legal para que el gobierno nacional admitiera los hechos y legislara reconociendo una realidad nueva que surgía en el país [recuperación de tierras, procesos de colonización,]" (Víctor J. Merchán. Testimonio)

En la década siguiente, el partido comunista (PCC), sistematiza esta experiencia, en sus áreas de influencia, para hacer frente a la violencia gubernamental que se intensifica con el asesinato del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán, el 9 de abril de 1948.

El carácter de esta autodefensa está definido en un documento emitido el 7 de noviembre de 1949 por el Comité Ejecutivo del PCC: "Hay que organizar, de inmediato, en todas partes comités, comandos y brigadas para la defensa de la vida y de las libertades ciudadanas, en los barrios, fábricas, transportes, minas, haciendas, ingenios, veredas, para que las masas obreras y campesinas estén en capacidad de dar una respuesta efectiva y contundente a los agresores reaccionarios".

De esta forma, la autodefensa popular deja de ser un movimiento espontáneo para convertirse en una orientación sistematizada y generalizada por los destacamentos comunistas, que la recomiendan para responder organizadamente a los ataques de la policía, el ejército y las bandas civiles armadas por el gobierno.


FARC-EP. Foto: Jason P.Howe, 2002.

FARC-EP. Foto: Jason P.Howe, 2002.


De la autodefensa a la guerrilla

En los años cincuenta y comienzos de los sesenta, la autodefensa se consolida en diferentes zonas del país, sobre un principio territorial y con un fundamento militar en estrecha relación con organizaciones de masas, como las Ligas Campesinas, tratando de dar cuerpo a sus luchas reivindicativas y hacer valer sus derechos.

Muy pronto, los hostigamientos contra estos movimientos de autodefensa se intensifican por parte de grupos armados irregulares, promovidos por el ejército y guiados por antiguos guerrilleros liberales que se habían entregado al gobierno. Esto sucede inicialmente, bajo el gobierno militar del general Rojas Pinilla y, luego, bajo los primeros gobiernos del Frente Nacional.

Esta situación de violencia condujo a que, bajo los efectos de la represión oficial, muchos de estos movimientos de autodefensa se convirtieran en guerrillas móviles. El caso más significativo lo constituyó la resistencia armada, que un núcleo de campesinos opuso como respuesta a la "operación Marquetalia" y que habría de convertirse en la simiente de las FARC-EP.


Carlos Castaño, AUC. Cordoba, Colombia, 5.09.2002. REUTERS/Jose Miguel Gomez/FILE

Carlos Castaño, AUC. Cordoba, Colombia, 5.09.2002. REUTERS/Jose Miguel Gomez/FILE


Las autodefensas criminales

Un origen muy diferente tienen las autodefensas criminales del paramilitarismo, las cuales hunden sus raíces, no en la experiencias de resistencia popular, sino en las políticas de la "Doctrina de la Seguridad Nacional" y del conflicto de baja intensidad, -trazadas por el Pentágono para toda América Latina- para hacer frente a la llamada "amenaza comunista", desde mediados de los años sesenta.

En Colombia la Doctrina de la Seguridad Nacional, toma cuerpo en el Decreto 3398 de 1965 y la ley 48 de 1968 (Estatuto Orgánico de la Defensa Nacional), que aporta el piso legal para la conformación de las "autodefensas", como instrumento auxiliar del ejército en la aplicación de la estrategia contrainsurgente, para asegurar y mantener el control local de la población y del territorio.

Tal como lo han puesto de presente varias ONGs de Derechos Humanos, los manuales del ejército colombiano explicitan claramente "la organización de grupos de autodefensa al nivel de caserío y veredas con el fin de que los habitantes del área contribuyan en forma activa en la lucha (contrainsurgente)"

Desde entonces, integrantes de gremios económicos, ganaderos, latifundistas y miembros de los partidos tradicionales, -muchos de ellos con estrechos vínculos con el negocio del narcotráfico- han participado activamente en la creación y fortalecimiento de estos grupos de autodefensa, que han desarrollado una labor de exterminio sistemático de los opositores y de criminalización de amplios sectores de la población.

Resulta claro, entonces, que estas organizaciones asesinas no pueden reclamar status político alguno, pues han sido creación del Estado y tienen que ser sometidos por el mismo Estado a la justicia ordinaria, para satisfacer el clamor nacional e internacional y evitar que los crímenes cometidos por estos grupos queden impunes.

Las FARC-EP reiteran, una vez más, su lucha frontal contra el paramilitarismo...


AUC. Calima frente. 13.08.2002. (AP Photo/J. George)

AUC. Calima frente. 13.08.2002. (AP Photo/J. George)


Texto preparativo por: elbarcino@laneta.apc.org  

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