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  El infierno de los invasores  
 
Por Jesüs Santrich
 
 
 
 
 

En un tormentoso infierno se ha convertido Irak para los piratas estadounidenses y británicos, descarados ladrones de petróleo

George W. Bush, indiscutible campeón del pillaje, ha dicho que "el próximo siglo estadounidense debe incluir a América Latina". Pero la mega-potencia económica y militar está en capacidad de planificar -como efectivamente lo hace-, con años de antelación, no solo en América Latina sino en el mundo entero, los golpes que le permiten hacerse a los recursos que extrae a precio de ganga con sus enclaves. De ahí que el Proyecto para el nuevo siglo estadounidense, elaborado -entre otros- por Donald Rumsfeld y Richard Perle, como guía para la política del eventual gobierno de Bush, exprese: "Estados Unidos ha buscado durante décadas jugar un papel más permanente en la seguridad regional del golfo. En tanto que el conflicto pendiente con Irak ofrece la justificación inmediata, la necesidad de una fuerza norteamericana sustancial en el golfo trasciende el asunto del régimen de Saddam Hussein".

Así, Los sucesos del 11 de septiembre de 2001 lo que hicieron fue acelerar procesos de conquista de los yanquis, atendiendo a la crisis en sus necesidades energéticas, y les brindó la excusa de la lucha contra el terrorismo, para autoproclamarse los elegidos de Dios para adelantar "el combate contra el mal". Pero las verdaderas razones de la invasión a Irak, las da el mismo imperio en su Estrategia de Seguridad de Estados Unidos, suscrito por George W. Bush: "Los Estados unidos somos una fuerza militar sin paralelo, tenemos el derecho de actuar en todo el mundo para imponer la economía de mercado y garantizar la seguridad energética, y podemos atacar a quien consideremos una amenaza o a cualquier país que pueda convertirse en una potencia militar".

Para un país como EUA que consumiendo el 25 % del total de la producción mundial de petróleo, cuenta apenas con el 2% de las reservas mundiales, tomar el control de Irak, que es la segunda reserva mundial de petróleo (14% del total), después de Arabia Saudita (20% del total), le significa estabilidad de su economía e influencia específica en la economía mundial. Precisamente ese asunto del control de los recursos energéticos, al lado del de la biodiversidad, el agua y el mercado, entre otros aspectos, es lo que pone a América Latina en la mira del William Wálker del siglo XXI.

La desbocada ansiedad de controlar los hidrocarburos es concomitante con la desesperada defensa del dólar a que se ve avocado Estados Unidos en momentos en que su economía, que ha sufrido serias depresiones, pierde terreno frente a la ampliación de los mercados europeos y frente al aumento del valor y la influencia del euro. Dólar y petróleo son ejes cruciales en su poder político imperial.

Por otro lado, en guerra y en paz, los Estados Unidos deben lograr la realización de los productos de su industria de armas. Y qué mejor manera de probar y promocionar las existencias que creando conflictos en todo el mundo. Para ello no le importa destruir, puesto que el otro gran negocio es reconstruir. En fin, para ellos la guerra es una forma de acumulación que requiere el sistema capitalista a fin de recuperarse económicamente.

En éste muy bien calculado genocidio montado sobre las mentiras descomunales de Bush, Blair y Aznar, frente a la ONU actuando como un rey de burlas que en nada contribuyó a la legítima defensa de Irak, pero sí al desmantelamiento de sus fuerzas armadas, aunque se esperaba la lucha encarnizada de este pueblo árabe por su soberanía, se percibía la precariedad de sus recursos para adelantarla. De tal suerte que la sensible demora de la entrada de los tanques y tropas terrestres yanquis a Bagdad, no pudo sino causar admiración para con el valor de los combatientes iraquíes y del pueblo que los acompañó, el cual hoy continúa más crecido en la resistencia, en la defensa de algo que va más allá, trascendiendo a lo espiritual, a su visión del universo, al arraigo profundo de lo que durante siglos han sido como nación.

El rechazo a los invasores era tan notorio que nadie creyó en las palabras de George Bush cuando dio por finalizadas las operaciones militares y expresó que "la situación estaba controlada". Los iraquíes habían dejado entrar a los invasores pensando en que era la manera para que cesaren los bombardeos indiscriminados contra la población, contra las escuelas, hospitales, museos e infraestructura en general. Con ellos dentro iniciaría la guerra de guerrillas, la resistencia no de un partido o un grupo en particular, no de una tendencia religiosa en especial, sino del pueblo unificado alrededor de un sentimiento de repudio contra los agresores, y eso no dependía de si Hussein continuaba o no en el poder.

Los iraquíes dignos tienen claro quién es su enemigo: ese que los embargó durante doce años causando la muerte de dos millones de personas, la mayoría niños; ese que demolió sus ciudades y desmanteló gran parte de su milenario patrimonio cultural… Contra él más de cuarenta organizaciones actúan en la resistencia y quizás hay más de 7 millones de fusiles en manos de la gente. La división ahora no es entre afectos o desafectos al estragado régimen del partido Baaz, sino entre patriotas e invasores (los colaboracionistas, incluida la llamada coalición de gobierno, es tan solo un apéndice de los agresores, sin legitimidad ni respaldo). Hoy los primeros se multiplican en una relación directamente proporcional a como lo hace el desastre de los invasores.

Con el coraje de sus hijos, Irak se ha convertido en el infierno del filibustero y sus forajidos. En el Kurdistán, en Mosul, en Basora, en Faluya, en el centro-sur del país, y sobre todo en las conciencias de los iraquíes, crece la resistencia, asumiéndose con mayor determinación la lucha armada; se cualifican las acciones que cada día integran a nuevos núcleos de combatientes, de milicias, de gente experimentada y de pueblo sencillo, controlando extensas zonas y barriadas en el mismo Bagdad. Del atentado contra pequeñas unidades militares y de las emboscadas, se ha pasado al derribamiento de aeronaves, al ataque de bases policiales y militares enemigas, causándoles lo que no tuvieron antes que George Wálquer declarara el fin de las operaciones militares: centenares de bajas inocultables por los medios de desinformación del imperio.

La resistencia avanza victoriosa; asistimos a la derrota de la estrategia de la mayor y más insensata potencia militar de la humanidad mientras el mundo entero, con voz anti-ocupación, también continúa cobrándole su osadía cobarde a estos malhechores, tal como ha ocurrido en las elecciones en España contra Aznar y como seguramente irá ha ocurrir en Gran Bretaña y Estados Unidos. A todos los juzgará la historia, y con seguridad Irak ya es ejemplo de lo que debe y lo que puede hacer cualquier pueblo que los yanquis pretendan poner bajo su estigmática "lucha contra el terrorismo".

 

¡Atrás la ocupación, atrás el imperialismo! ¡Viva la resistencia!

Los costos de la guerra en Irak según la Universidad de Yale

1. En una guerra corta los costos militares serían de 50 mil millones de dólares. En una larga serían de 140 mil millones.

2. Rubro de ocupación y mantenimiento de la paz (gastos indirectos), en una guerra corta, 75 mil millones de dólares. En una guerra larga, 500 mil millones de dólares.

3. Reconstrucción de Irak en una guerra corta, 30 mil millones de dólares. En una guerra larga sería de 105 mil millones de dólares.

4. En "ayuda humanitaria": 1.000 millones de dólares en una guerra corta y 10 mil millones si es guerra larga. La reconstrucción y ayuda se financian con el petróleo de los mismos iraquíes.

5. La influencia en el precio del petróleo si la guerra es corta es que baja a 14 ó a 18 dólares, dando ganancias estimables en 40 mil millones de dólares. Pero si la guerra es larga, como está ocurriendo pese a que Bush la dio por concluida hace varios meses, y el precio fluctúa entre 25 a 30 dólares, tal cual esta pasando, los costos adicionales serían de 778 mil millones de dólares.

6. Si la guerra es corta, en realidad no habría costos sino un beneficio de 17 mil millones de dólares. Pero si es larga, el efecto negativo sería de 391 mil millones de dólares.

7. La sumatoria de los costos directos e indirectos en el caso de la guerra corta es de 99 mil millones de dólares y en el segundo caso de 1.924 millones de dólares.

Quién paga:

La primera guerra del golfo costó alrededor de 40 mil millones de dólares, de los cuales el 25% corrió de cuenta de EUA y el 75 % del lado de Kuwait y Arabia Saudita en particular.

¿De donde salió el dinero para cubrir la guerra?

De los elevados precios del petróleo. Antes de la guerra del golfo valía 15 dólares por barril, después pasó a un promedio de 42 dólares por barril.

Esto generó ganancias globales por 6 mil millones de dólares distribuidos así: 30 mil millones para las compañías petroleras y 30 mil millones de dólares para los gobiernos de Kuwuai y Arabia Saudita. A los últimos les costó 30 mil millones de dólares y recuperaron 30 mil millones.

El gobierno de USA que tuvo una inversión de 10 mil millones de dólares obtuvo utilidades por impuestos de 21 mil millones y las empresas norteamericanas tuvieron utilidad de 9 mil millones. Este dinero lo pagaron los importadores del petróleo y quines pagan intereses a Estados Unidos.

 
 
 
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Texto preparativo por: http://six.swix.ch/farcep/Revista/Resistencia32/Web/
Prof.A.M.Maysky y General Vargas: Redacción Rusa "Soprotivleniye".

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