“…sacrificando al 5 % de de la oligarquía, para salvar a
la mayoría, a la manada, que somos el 95 %.”
Aulicos del neolibera-lismo, entre ellos el señor Rudolf Hommes, derraman torrentes de verborrea mediática en auxilio del programa económico de Uribe Vélez, y ahora, en vez de elaboradas teorías acuñadas durante la campaña electoral, acuden a los sentimientos primarios y hasta invocan la ley natural de la conservación de la especie, para mover la conciencia, si es que la tienen, de los empresarios y magnates, a fin de no dejarlo sólo ante el fracaso que ya asoma sus orejas de liebre en la Casa de Nariño.
Y no es para menos si tenemos en cuenta que, por ejemplo, las exportaciones en el 2002 cayeron en un 34 %, equivalente a 600 millones de dólares, y que la recesión mundial continúa acentuándo-se con fuerza, pese a los grandes esfuerzos bélicos imperiales por detenerla con el aumento acelerado de la economía de guerra que comenzó en Afganistán, se extiende hoy a Irak, para seguir luego a otras latitudes con grandes probabilidades que sea nuestra América la más próxima víctima de la demencia made in USA.
Llama la atención que el sector financiero, cuyas utilidades en el 2001 alcanzaron la cifra de $ 715.500 millones, en el 2002 ascendieran a dos billones de pesos, aproximadamente un 35 % más a las del año anterior. Y que este sector sea el menos afectado con las reformas tributarias ordinarias como las excepcionales contempladas en los decretos de Conmoción Interior. Esta puede ser una de las razones por las que muchos empresarios no le paran bolas a la solicitud de más sacrificios para crear empleos.
Muchos ricos creyeron de buena fe en las palabras del hoy presidente paramilitar, cuando habló de terminar con el conflicto mediante grandes inversiones y con base en la reingeniería que en el gobierno anterior se cumplió en las Fuerzas Armadas Oficiales. Por ello cumplieron entregándole inicialmente la suma de 2.4 billones de pesos. De esta suma, apenas se destinó el 30 % para los operativos militares, mientras el 7 0% fue a parar a los huecos enormes dejados por su antecesor y no pocos millones a los bolsillos de los generales.
A estas alturas del período presidencial uribista, con la intervención ad-portas del ejército mercenario norteamericano y agotados los dineros iniciales del Plan Colombia, entregados por los aliados internacionales, sin resultados satisfactorios para nadie, comienza a desinflarse el globo de las ilusiones que se formaron quienes apostaron por un régimen político que en Latinoamérica -desde el fin de las dictaduras-, cayó en el vacío de la voluntad popular que apunta a otras alternativas democráticas.
Con estos antecedentes, va a ser muy difícil que los empresarios, grandes, medianos y pequeños, asuman la tarea de rebajar el alto índice de desempleo, mediante la creación, a su costa, de embelecos temporales para adormecer el hambre de millones de colombianos, que seguramente se lanzarán a la protesta, siguiendo la ley natural de la conservación de la especie, invocada por Hommes, pero sacrificando al 5 % de de la oligarquía, para salvar a la mayoría, a la manada, que somos el 95 %.
Comienzan a mostrarse las graves contradicciones de la cúpula militar con la Ministra de Defensa, Martha Lucía Ramírez. Esta, que no sabe un carajo de estrategia, arte operacional o táctica militar, con su ladino talante se dedicó a hurgar por todo el país, los bienes, empresas e intereses económicos de las diversas entidades comerciales, crediticias, cooperativas etcétera, manejadas por los generales activos y en uso de buen retiro y diseñó un plan de privatización de bienes que chocó de frente con sus detentadores.
Las Fuerzas Armadas Oficiales, que desde la década de los años 50, reciben por encima y por debajo de la mesa, donde almuerzan con el Tío Sam, grandes prebendas para uso oficial y particular, planes vacacionales, cursos, primas y bonificaciones, para sus oficiales, con el fin de mantenerlas como un ejército de ocupación en su propio país de origen, ven con preocupación cómo en el plan diseñado por la ministra estrella aparece la venta de activos y la reducción de infraestructura no militar.
Lo anterior no quiere decir que la dependencia financiera gringa se suspenda, por el contrario, ahí vemos al presidente, gritándole al mundo, en representación ilegítima del pueblo Colombiano y sin consultar siquiera con sus amanuenses parlamentarios, que apoya la injusta guerra contra Irak, a cambio de 100 millones de dólares. En esto sigue la misma posición de Turbay Ayala, quien fuera denominado el Caín de América por haber apoyado a los ingleses en la guerra de las Malvinas contra Argentina.
En estas condiciones, más temprano que tarde, el gobierno tendrá que responder, por su famoso plan de desarrollo, que no llenará las expectativas de elevación del índice de crecimiento hasta alcanzar el 3.9 %; el millón y medio de nuevos cupos escolares y 400 mil para estudios universitarios; los 2 millones de empleos; la rehabilitación del río Magdalena, la construcción de carreteras arteriales y comunitarias, la red férrea y tantas otras promesas que chocarán con la realidad de un país en crisis.
Finalmente, tendrá que resolver cómo mantener en funcionamiento la enorme máquina de guerra, con sus 35.000 nuevos efectivos, cómo continuar pagando el enjambre de sapos, cumplir las exigencias económicas de sus paramilitares y alimentar a sus 10.000 soldados campesinos (paramilitares legalizados). Seguramente centralizando todas las finanzas en sus manos y quitándole al pueblo las regalías, como aconteció con Arauca, y por supuesto que no habrá cantidad que sea suficiente.